Proyecto craneal

Veintisiete de febrero, humilde y pecaminosa. No sé dónde estuve años anteriores en esa fecha pero hoy, en esta avenida, se vierten lágrimas de triste raíz, una por cada luz brillante, otras por cada vehículo que a las corridas trata de evitar el rojo.

No se si ya he muerto o aún estoy en eso. Desde aquí descubro que todas las personas se aseguran su tumba, tal vez estén en lo correcto, todos estamos potencialmente muertos. Hablo de esa muerte que solo se da una vez.

El tiempo pasa a ser lluvia antes de hecho, pasa a ser una alba pared donde se proyecta, cual pantalla, nuestro tiempo; gastándose, desgastándose, sobre-viviendo, viviendo de más en espera de ese único instante.

Hoy, al estrechar mi mirada, entre dientes, atropellé aquella pared, sentí sus ladrillos golpear, uno a uno, en mi sien, ví sus caños añejos verter agua sobre la habitación inundando el porvenir. Lo sentí, lo vi y me mantuve inmóvil, sobre-viviendo, viviendo de más, en espera de ese glorioso instante.

También vi a gente caminar sin rumbo y me vi adiestrando pasos para encontrar el cielo más cercano, la voz más cercana.

Agua bendita y dos Pater Noster, ¿la salvación está más cerca?, ¿la cruz nos liberará de los latigazos previos? No lo sé, pero, él, según dicen, los sufrió y su partida es eterna y fue efímera. Todos lo saben; está sobre-viviendo, viviendo de más, hasta que nuestras centellas se encuentren en Uno, en el único y glorioso instante en el cual dejemos de sobre-vivir, para no vivir de más.

Es tal mi egoísmo en estos días que demás seres pierden sus líneas quedando inmersos en páginas donde se proyecta un solo instante, el único, el final, el comienzo.

Las despedidas suelen eternizarse cuando intentamos demostrar que no se perderán, infamemente, en la abundancia
del tiempo [sin embargo mis ojos -esos que ven lo que se desconoce en perfecta vitalidad-, desvelaban su desamparada forma copiosa e infame].

Allí me encuentro: real, imaginario, mestizo, sobre-viviendo y viviendo de más, todo en solo un instante –a la vez-, ese
único y glorioso –tiempo– presente.


© 2005