Asesino indiscreto

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¿Cuánto puede durar un mundo en tus manos, asesino indiscreto? ¿Cuánto tiempo pasará hasta que colapse tu lenguaje? Desértico paisaje el futuro sin correlatividad. ¿No puedes entenderlo?, ¡no estamos preparados para el colapso! Y el vulgo, ensordecido.

Esperamos decisiones mientras, en nuestras narices, se hunden los cimientos y la base, el terreno, el plano, el hemisferio, las herramientas y la obra en repetitivas muletillas quebradas. Melodías perdidas en adulaciones pomposas e intenciones serviles hacia letrados fastuosos y rellenos de grandeza ajena que, como cual bola de nieve, son entonadas en arpas de resonancias inútiles hacia el abismo. Dulces teorías deleitan el saber y se pierden.

Devora el dulce, placebo, y siéntate satisfecho en un mundo donde la ilusión social crea a las partes en esclavitud y fantasías, donde el odio y tedio para con el ser crece rodeando lo innecesario de desesperación, donde el éxito es mera aprobación teatral viciosa y circular de una vieja obra shakesperiana.

Mi cocina estoy forjando y no ceso en recetas para comensales de buen paladar -esos sucios asesinos indiscretos, exterminadores de la acción evolutiva-, impíos disciplinadores que desean eternizan lo exclusivo.


© 2005