Imagen cristalina

(A E.B. la imagen no es la que se refleja, es la que la ve)

“¡Elí Elí!” – gritaba aquel en la cruz-si alguien lo ha de escuchar-. ¿Porque nos abandonamos una y otra vez, reviviendo, como diría aquella Serpiente Kármica, la hipocresía convertida en poesía?

¡Elí! ¡Elí! Repito en mis aposentos con el ruidoso ventilador y JD recitando un tétrico poema de 15 minutos como acompañantes.

Tanta poesía veo en manos y rostros fríos y me pregunto: ¿dónde quedan las miradas que entibiecen la atmósfera?, ¿nunca han observado su imagen en agua estancada?

Podrán notar que a veces el agua se encuentra contaminada: nos vemos más oscuros, enredados. Tal vez la luz es reflejada y nos vemos en esplendor. El agua cristalina nos muestra, en el fondo, nuestra imagen, ¿no?

Normalmente nuestra agua está contaminada, nuestra visión es presa de esa contaminación y emprendemos nuestro rol en esa agua estancada viciada. ¡Cuántas veces he confundido mi ser con el desprecio de inmundos desechos que rebalsaban en mi lago artificial! Cuantas veces creí que era real. Cuantas veces confundí mi propia visión y, a través de ello, mi visión de los demás. Por momentos uno ve al otro a través de ese espejo acuático.

¿Qué sucede cuando cae una simple gota? ¿Qué con ese espejo al ser golpeado con una mísera gota? ¡Es tal su fragilidad! La gota parte, sentimos su caída y, junto a ella, se desploma nuestra ánima. La imagen sigue estable, inmóvil, por momentos imperceptible, la gota llega al fondo; la estaca se hunde. Exceso, jolgorio, la imagen se pierde, ¿qué pasó con ella? Se desfigura la realidad, muta, se transforma.

Se produce una, dos, tres, cuatro, diez, quince, sesenta, miles, un eternidad de ondas. El fondo no se ve porque las ondas no nos dejan verlo. El agua, en esos momentos, es más fácil de contaminar y, más aún, se entorpece la visión. El interior grita atónito: ¡LA IMAGEN!, ¡MI IMAGEN! Se ahoga, la confusión crece. Dudas, incertidumbre extrema, perdemos tanto la imagen como la capacidad de encontrarla. Ahora, en el desconcierto, vive solamente una visión que sospechamos nos pertenece.

Esta suerte suele fundirse por la confusión conspirativa de los espejos. ¡Tantas veces han simulado su reflejo, tantas quimeras saboree como reales! Tantos temores me causó –me causé-.

Observando el agua cristalina no descifro mi interior desmembrado pero reconozco la misteriosa figura y, si iniciara una acción por encontrarlo, él se iría conmigo, hundiéndonos en el desconcierto. Sigo allí, buscándome, en agendas rancias, miradas pasadas y en estrellas que muestran imágenes radiantes cuando en realidad yacen frías y oscuras. Es momento de actualizar la pena, la nostalgia, lo hecho.

Con esfuerzo comienzo a descifrar mi interior desde los comienzos, en mi seno, en lo que «fui», en mi primer hogar, en los lugares elegidos como hogares. En tus ojos, esos en los que veo mi futuro para crear un nuevo comienzo: una nueva agua, cristalina en el comienzo y que enturbiaremos luego.

¡Te amo, Noble Animal! Realmente amo tu insostenible e insoportable forma. ¡Te lo pido!, no atrapes las gotas, solo ayúdame a recordar mi imagen. Acompáñame en el viaje milenario hacia tu luz, estabiliza mi estanque; mi interior grita en felicidad: ¡rompe la fisonomía natural!


© 2005