El Mesías

image

¿Por qué me obligas a negar lo que no puedo negar? ¿Por qué decides entregar el dolor en consonantes a mi corazón? Lo sé, es tan necesario e injusto como tu clemencia; aún más si tomamos como medida tu misericordia.

Si ese Dios es amor, será necesario. Es tanto el amor hacia el amor que debe suceder. El amor al amor enloquece. Acepto el reto: empuñaré mi espada.

Pero… ¿qué haremos sin ti? ¿Qué haremos con el mundo que nos has creado, moldeado y deformado? ¿Qué haremos con tu mundo y sus consecuencias?

Con desilusión veo tu imperio caer y la nefasta anarquía que esto puede acarrear y afirmo: fue necesario. Por tu descortesía y falta de atención en nuestro crecimiento, te pregunto: ¿por qué diste elección?

Es el nacimiento del hombre amoral y, con dolor digo que su moralidad ha fallado. El hombre la ha corrompido y tú has permitido el juego de corrupción. Una vez más el vacío se apodera de este cuerpo y yo te entierro y lloro tu muerte para instalar tú sinónimo, el único entendible para mi alma. Y, en cada lugar que se lea tu nombre, lo tacharé e inscribiré éste encima de él. Será el amor sobre todas las cosas, incluso ante ti. Y, cuando todo sea amor, el amor no será nada digno de discriminar.

¿Quién me ayudará a cargar este pesado ataúd? ¿Quiénes serán los encargados de llevarte a tu fosa? ¿Quién preparará el terreno? ¿Quién será tan fuerte para no elevar a ninguna cosa, ente, raza, especie o si mismo a una gran altura?

Soy el árbol frente a esa montaña, me baño de su luz pero no le pertenezco, mis frutos aún no han de caer para crear vida a mi lado. Aún me encuentro solo, observándola, resistiendo sus imperfecciones, su desequilibrio sostenible. Mientras, tú me lo preguntas: ¿qué es ser humano? ¿Justo a mí me lo preguntas? ¿a mí, el más hombre entre los hombres, el más imperfecto de todos ellos?


© 2005