Teniendo de base la realidad como lenguaje descifrable podría decir que el juego lingüístico adaptado es el siguiente:
Las cosas son o no son. Para la res pensante -la mente pura– todas las posibilidades son un devenir dudable de posible «creación» -construcción, aparición-. Para la materia pura solamente es tangible la cosa que es y es ser. Ambas «vertientes» son altamente manipulables por la otra y por sí misma. La captación de la realidad es un balance entre estas, sin que un pez se coma al otro. A decir verdad, no solo la captación, sino también la omisión, sus codificaciones y decodificaciones.
Al aumentar la capacidad de entendimiento humano se logra un equilibrio superior, una manipulación -comprensión- evolucionada de la realidad, de forma iterativa, necesitando de estabilidad, como quien camina por un río desconocido, para su masividad; un pasamanos evolutivo. Los primeros en «ver tierra», inevitablemente, suelen caer en el quiebre.
De producirse ese quiebre en la res pensante -por no lograr ese estado cognitivo estable debido a un desfasaje, el acercamiento del primer pez al segundo – se puede llegar a diferentes grados de desequilibrio en la decodificación del entorno y de sí mismo, una dislocación el equilibrio dual reconocido, una desafiliación mental, ya sea individual o social.
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