Sensaciones puras y sensaciones catalogadas

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De todas nuestras nociones vale la pena aclarar la dualidad de sus nacientes y la desconfianza hacia los juegos lingüísticos del saber y las diferentes escuelas que enseñan -lo que se ve-, pero no como o porque ver, turbando la visión y creando «literalidades» cerradas, discusiones de carácter netamente gramáticas y no sapienciales.

Decía de las nacientes: una de ellas son las «Sensaciones catalogadas», estas son las sensaciones de las cuales ya se poseen los conductores necesarios para su reconocimiento: sensaciones de transmisión o construcción a través de un lenguaje sensorial -comunicativas básicas-. El fin de estas es el conocimiento «Material Puro», la pura concepción de lo alterable a través de la acción descriptible y manipulable.

La segunda naciente son las «Sensaciones puras», estas son el registro puro de la «realidad», la realidad misma sin
percepciones subjetivas, la base para emitir un juicio. Recordemos que de una misma base se pueden generar miles de sensaciones catalogadas variando la cultura, el conocimiento individual adquirido y la capacidad social-individual de captación. En su fin último se podría ver lo que llamaron la «verdad absoluta», la captación fiel de la realidad fuera de patrones sensoriales -de la codificación-, ver las cosas como son, el mundo de las ideas. Tal vez, esa «verdad absoluta» se encuentra fuera de los patrones de codificación conocidos. Sin embargo, para crear el paralelismo necesario, prefiero colocar otro sortilegio lingüístico, agregar uno más a los ya existentes, la «Mente Pura».

Cuando se capta una «sensación pura», siendo esta innombrable por naturaleza o esencia -no necesitan un nombre para ejercer vida, no necesita ser nombrado para existir, pero si para su captación a través de la jerarquización de estímulos, para su comprensión– se convierte en demonio; el miedo interno, irrefrenable que devasta, congela, al pensamiento: el miedo a lo desconocido, el no poder pensarlo con las herramientas adquiridas.

De suceder, podría haber dos caminos para esa «sensación pura»: se pierde dentro de la gama de lo conocido, camuflándose en lo «nombrable» -una falla de captación, más bien, una falla en la comprensión o asociación-, o se convierte en un fantasma, desterrado de la mente consciente, latente en el hueco que ha generado, lo «innombrable». Un hueco en la captación proyectándose con caracteres creados por la mente misma dentro de los millones de posibilidades que esta tiene.

Esta suerte de «fantasma especulativo», esta cosa desconocida, en ocasiones no se puede controlar hasta que es nombrada -comprendida-, si no se logra, existiendo una necesidad intrínseca de comunicación en la construcción selectiva de realidad, se manifiesta con una cortina psicológica de por medio que busca la exclusión consciente de «esa cosa desconocida» a cualquier costo, hasta la del mismo estado consciente.

Como afirmé en otras nociones pienso que lo único que le pertenece al ser humano, al vivir dentro de un paralelo subjetivo de decodificación y selección, es la capacidad de errar; el razonar y su imperfección, teóricamente acotada a aquella percepción subjetiva, es un potencial mecanismo de selección estructural. Entonces, en el razonar, como capacidad de elección, es donde nace el error y su concepto jerárquico; control.

Si hablamos de comunicación como base para eliminar fantasmas sensoriales entonces se puede hacer el siguiente razonamiento: la trasmisión más fidedigna de pensamientos, la que llega con grandes posibilidades de ser descifrada por el otro, es la que se hace a través de parámetros conocidos: el lenguaje simbólico pautado. Este lenguaje solamente puede dar una pauta de la sensación que concibió tal fantasma, no explicar la «sensación pura».

Al ser el leguaje secundario necesariamente prefijado, existente desde antes de la existencia del Ser Emisor y su fantasma sensorial y aprehendido a través de la repetición del significante con un mecanismo de enmienda-error-enmienda empírica, no puede dar una visión certera de la realidad que se construye en la mente emisora – ¿o esta se construye a través del lenguaje? ¿acaso el leguaje actual ya no es suficiente para comprenderla? -. Entonces, los lenguajes simbólicos pautados no pueden quitar fantasmas, sino crear una cortina para ellos que debe suprimirse o aceptarse.


© 2006

Nota: Las preguntas a hacer tal vez sean: ¿es posible reconocer o conocer una «verdad absoluta»? O, mejor aún: ¿es realmente necesaria la existencia de una «verdad absoluta»? ¿Tendrá un impacto en nuestra vida o psiquis? La «sensación pura» desconocida es demonio para quienes irradian terror ante lo diferente -«lo hereje»-, luego, oprimirán al que no encuentra las palabras para explicar lo que y le sucede, en «lo maligno».