Golondrinas del akásico

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Pido disculpas, noble lector de prietas palabras de noctámbulo, si encuentras contradicciones en mis planteos. Sin bien no creo en las contradicciones sino en la incomprensión de correlación en los razonamientos, debo solicitarlo, por cortesía, por esa suerte de bastión perdido de la hipocresía.

Razonar… el infierno que nos regalan, ese demonio de mil cabezas, la quimera que aplasta al equilibrio, la prueba del Ser resonante por sumisión embutida en decisión, mentando un supuesto libre albedrío. Nada somos.

Mi mente sobrevuela a mi cuerpo buscando la manera correcta de hacernos entender la vida pura, mi mente pura, pero, tal es el temor hacia esto que no puedo llevarlo a cabo. Debo tomar recaudos, descansos, esparcir mi mente en la materia pura; no puedo lograr un equilibrio de mi mente pura que escapa. Se va, lejos, emigra como bandadas de golondrinas al akásico. Vuelve y me habla en idiomas que desconozco.

Con aire despótico declaro a este como Fin de las Nociones, espero que haya disfrutado de la lectura de este humilde servidor, pensante errático y de mansa ingratitud que peca de ignorancia dialéctica y cognoscitiva.


© 2006