Fascinaci贸n y felicidad

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A A.R., su mayor legado es la Manifestaci贸n de Ser en extremo perceptible.

Quien habla de felicidad habla de bosques berrendos, misticismos encantadores, brujer铆as, sortilegios. Habla de la
superstici贸n mayor del Ser y del deseo desesperado. A煤n dialogar de felicidad, por momentos, parece ser dialogar de superstici贸n y que toda noci贸n de felicidad es supersticiosa; tambi茅n puede caber la posibilidad que dicho concepto sea m谩s sencillo de lo que creemos y se oculta en supersticiones mundanas.

Percibo como irreal al concepto social de felicidad, manoseado en demas铆a y sin pura esencia, siendo un desequilibrio del 谩nima sin diferentes cualidades que los de la tristeza -y su depresi贸n– que reemplaza con l谩grimas el conjuro m谩gico de la risa o la ira que releva la carcajada con el rigor. Re铆r, llorar y afectar, si bien pueden tener diferente objeto, tienen la misma naturaleza, el mismo nacimiento, las mismas motivaciones. Podr铆amos hablar de ellos como circunstancias desequilibrantes necesarias para la sociabilidad del Ser en el estado axiom谩tico de trance pseudo-indeleble que significa el paso de la arena por la cintura de vidrio.

Entre gallos y medianoche se despierta en mis muros una nueva felicidad, la felicidad pura, la sensaci贸n de enajenaci贸n corporal, la fascinaci贸n por la vida misma, el af谩n del devenir, la irreverencia de aceptarlo bregando por la evoluci贸n constante y emancipadora.

No me es desconocido el emigrar del cuerpo para posicionarme en vida pura, logrando satisfacciones en las cuales el Ser es puro y no necesita palabras -ni acci贸n alguna- para una comunicaci贸n eterna. La uni贸n con lo Uno, lo inmutable; con si mismo -una acci贸n pura sin error de movimiento, una resonancia con lo uno eterno en estado consciente– cuando el tiempo no existe, ni las funciones denotadas como parte de la estabilidad necesaria para el permanecer.

Sol铆a llamarlo la Resonancia con lo Uno. Hoy, buscando lograr una transmisi贸n correcta del concepto, podr铆a compararlo con afinar un instrumento, encontrar el punto justo de la vibraci贸n. Una vez logrado, tanto el ejecutante como el ejecutado se convierten en instrumentos del Ser que a su vez se encuentra en Resonancia con el sonido, elemento puramente natural e indeleble por esa mism铆sima naturaleza que capta.

Hallamos aqu铆 varios grados de Resonancia: la primera que busca la expresi贸n misma, la acci贸n de actuar por sus medios y hacia su propia resonancia, una resonancia vanidosa. De ella se deriva una segunda resonancia, la de lo natural que busca su nacimiento, seguir siendo. De la uni贸n de ambas nace una tercera resonancia, la un铆sona, las dos primeras en l铆nea.

Los protagonistas de cualquiera de estas Resonancias c铆clicas dejan escenario limpio para una comunicaci贸n pura -impropia para ellos: ejecutante y ejecutado, pero con la que conviven en una misma coordenada-. La realidad es manipulable y, al incomprenderse e incomprenderla, necesita de la manipulaci贸n de elementos, tantos internos como externos conocidos, para lograr este ciclo: la captaci贸n -aproximadamente real- de la Resonancia Pura.

Retomando el planteo inicial se puede dividir el concepto de felicidad en dos nuevos conceptos, uno de ellos la felicidad misma, cuando la acci贸n es desarrollada por uno mismo, siendo una felicidad protagonizada y, el otro, la fascinaci贸n, cuando el fin 煤ltimo colma el alma.

Ahora s铆, esta suerte de mecanismo fantasioso de la Resonancia est谩 formada por tres conceptos: mente, acci贸n y la manifestaci贸n de ser, que se unen para lograr eso que se llam贸 Felicidad. La mente plantea -comprende- la 铆ndole de esa felicidad, la acci贸n se dispone a ejecutarla y la manifestaci贸n de ser crea el efecto de la uni贸n de los dos primeros conceptos -no necesita su comprensi贸n-, exponiendo la Resonancia tangible en lo que nos hace felices. Construcci贸n, medios y energ铆a. As铆 se mostr贸 aquella sant铆sima trinidad.

La Pura felicidad es dada, a mi entender, por la fascinaci贸n. M谩s all谩 de la simple felicidad, de estirpe cuasi divina y sencilla de recurrir. Esto 煤ltimo la hace m谩s inalcanzable.

Vale aclarar que la fascinaci贸n pura, la contemplaci贸n pura org谩smica de la vida, ser铆a algo imposible de sostener, nos alejar铆a de la realidad y nos har铆a vivir en un estado ajeno a la dualidad del Ser, siendo un mon贸logo y no una comunicaci贸n o acci贸n dual. Por eso este estado puro tambi茅n es un desequilibrio, pero no en el Ser, sino en la mente, un exceso de manifestaci贸n de ser, de acci贸n pura, un paralelismo que se puede tornar irreversible.

La fascinaci贸n pura es dada cuando uno renuncia d贸cil al Ser, cuando deja de forcejear con especulaciones ling眉istas o comunicacionales propiamente fisiol贸gicas y se hunde en la Resonancia con lo Uno, cuando uno se convierte en Uno.

El primer paso es arrolladoramente desequilibrante, este es cuando uno aprende a contemplar la belleza y los elementos en estado puro, cuando no se limita en las caracter铆sticas ni en la obra en s铆, sino que llega a observar la acci贸n pura, cuando uno capta la comunicaci贸n de la felicidad, cuando entra en la frecuencia de la manifestaci贸n de ser en estado puro, sin importar su procedencia, para luego lograr la fascinaci贸n -amor, equilibrio- con el Todo y la Vida.

Todo lo que nos rodea est谩 empapado de manifestaci贸n de ser, cumpliendo su funci贸namor– en armon铆a, en equilibrio, en Resonancia; el observador infeliz es aquel que busca predicados que no dejan captar el equilibrio supremo para capturarlo como propia vivencia, dej谩ndolo olvidado en pertenencias, vanidad y mezquindad.

La fascinaci贸n desmedidamente pura del sol en el razonamiento primitivo llev贸 a designarlo como algo divino, lo mismo pas贸 con la fascinaci贸n pura de la naturaleza en s铆 y va a suceder en la de la nueva deidad: el Hombre, el Superhombre, el paso necesario para llegar a la esencia propia del Ser, sin adjetivos ni predicados, la captaci贸n de las primeras palabras eternas para lograr el conocimiento y crecimiento necesario para saber que no hay diferencias entre lo perceptible y lo imperceptible, entre lo dado y lo aprendido.

Todos formamos parte del Uno, de lo inmutable. Todos somos parte de un dios construido por lo ignorado; ignorancia personal y espacial. Todos somos parte de un equilibrio ordenado por lo -a煤n- desconocido. Todos somos parte de un equilibrio entre lo aprendido y conocido y lo que es aprendido y conocido.

Este NeoHomo Deus a parir debe ser no pensado como deidad todopoderosa y due帽a de lo conocido sino como una entidad constructora; constructora de vida y de Ser, constructora de realidad, constructora de acci贸n, constructora de fascinaci贸n, de equilibrio; porque es lo que se nos manifiesta.


漏 2006

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