Absurdo

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Dicen ciertas voces que la felicidad se encuentra en uno mismo, más luego afirmo que todo es una quimera.

Ahí, acurrucado en una rama con su bestial movimiento craneal, acusantes ojos reflejan mi acción. El ventanal abriéndose al tronar de sus alas deja escuchar y se aleja no sin recordarme su vidriosa y fría mirada. Sin lugar a dudas, el pseudo ángel disfruta de mi esclavitud, como yo creo disfrutar de su supuesto cielo de hielo.

Lo «inútil» alimenta mi motor, mi continuidad en el bombear no es por la hambruna, la desnudez ni una evolución atrofiada. Lo «inútil» alimenta mi motor. Si, lo inútil.

¡Nada tengo! ¡Nada hay! Inútil es mi alimentación, tal vez inútil la retroalimentación. Escuchen mis palabras, escuchen mi sustantivo que podría extenderse en sesenta mil líneas para demostrar un solo verbo. Si, un verbo que denota todos los verbos.

Una vez más me corroen al pensamiento el encierro y las anestesias; hay un solo motor, un solo momento en incomprendido verbo. El arte, el amor, el instante, lo eterno, lo efímero, la yuxtaposición de palabras en una correlación infinita demuestra su puntual inexistencia, su innombrabilidad.

Pienso en aquel ave que deja su nido para desafiar al aire, ¡tan seguro de sus alas!, ¡tan desvergonzadamente seguro! Libertad a precio de dos pabellones de plumas y un conjunto de músculos en perfecta estructuración.

¿No ven el quiebre? ¡Me hastío en decirlo! El homo no es sapiens, el pensar demostró ser herramienta para, en lenta evolución, llegar al sentir, a lo primitivo comprendido. Así como el diccionario es herramienta para llegar a la transmisión de hechos sin ejercerlos.

¿Cuándo el ser humano quebrará? ¿Cuándo se producirá el nuevo nacimiento?

En este renacimiento debemos aprender el sentido y la comprensión del todo para manipular la primitividad; su descomposición. Regresar a las bases y ver, nuevamente, la unidad.

Es una lenta evolución circular para volver a la más antiguas de las tecnologías y sapiencias: la incomprendida, la natural, la ignorada, la escondida, la nuestra. La manipulación de lo que siempre estuvo y no siempre fue captado. Aprehensión necesaria para comprender la unión, para aprender que el actante vive sin leyes, sin remordimientos, sin escalofríos. En armonía, sin colores, sin sonidos, sin pieles. El acto es acto en sí, sin medidas ni apéndices.

Mi sentir es mí-yo descifrando el más difícil acertijo: la existencia y la no existencia, el absurdo más grande en un sapiens: la duda y la certeza. Te amo noble animal, te amo dulce delirio que atormentas mi ser, te busco y encuentro en ti el gran absurdo: la existencia. Despliega mis alas en tus reflejos, todo puede ser en el absurdo, hasta este relato que nada ha dicho, que nada ha hecho, que refuta su naturaleza.


© 2005