Hachas y flechas

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La vida es sencilla, lo que la consolida como difícil en nuestra psiquis es el paradigma de lo oculto a plena luz del día; la codificación lingüística de la verdad académica inducida por la punta de la pirámide. Si observamos la prehistoria, la historia no escrita¿no razonada? -, entenderíamos eso.

¿Para qué manipular y mutilar la naturaleza? ¿No nos alcanza con ser felices gozando de su cobijo? ¿Por qué llueve? Porque es necesario -¿por qué es necesario?-.

Necesidad; saber que necesito, hacerlo, vivirlo, avanzar dentro de las necesidades; sin daños. Nosotros y nuestro cobijo lo necesita. Necesita todo como estaba en esa prehistoria. Equilibrio, animal. El ser humano como centro de acción y elección, de permisos y derechos especiales, es lo que nos está matando. El fuego de Prometeo fue una manzana incendiaria del edén. Empachados de delirio y poder. Para comprender la belleza y perfección – lo que sucede en equilibrio ad infinitum – de la naturaleza debimos exterminar gran parte de ella, encaminándonos hacia su racionalización a través de la manipulación; utilidad, egoísmo. Ególatra.

Noble animal, tienes las tecnologías para cuidar el proceso, utiliza tus recursos para ser camino estrecho de la naturalidad que nos rodea. Veo en tus yemas el dolor y los callos provocados por hachas y flechas que disparas desde la especulación y comodidad, por necedad, por incomprensión. Han mutilado y desperdigado un lenguaje para mantenerte apagado, para dormir a los despiertos. Duerme, deseos. Tu espesura está desapareciendo, tu alimento se convierte en veneno – no solo en un cuento- golpeando tu aliento.

¿Amputas la carne de tu carne y te aterrorizan cuando escuchas la palabra caníbal? Creo que la nobleza de la causa está en el fin y tú también lo crees, pero sin embargo vanaglorias el matar político y degüellas las malas costumbres.

Está llegando la hora de llegar, la hora cuando es cuándo y dónde; es hora de que encuentres en tu conciencia la conciencia del ser. La conciencia de lo social y la vida como fin, no como instrumento; el «por» y «para» de la vida es ella misma.

¡Renace, Noble Animal! Suelta tus hachas y flechas y toma la mano de tu enemigo; debemos dejar de mutilar simplemente por la sed de Marte. Encuentra en tus motivos los fines y no los fines en tus motivos; tómate de las manos, contigo y todo lo que te rodea. Levanta tu mirada al cielo y agradece tu nueva visión, el nuevo nacer, el de todos, el del ser, el de la luz, el tuyo mismo. Ave.


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