Amor y odio – las diferencias –

Cursi dice que el amor todo lo puede, tal vez porque nada espera; el odio tarde o temprano termina pereciendo tal si fuera un gigante en una montaña hueca: todo espera, tanto pide, que al final nada consigue; solamente un gusto amargo en la boca, tal vez dulce al principio, que termina pudriendo las entrañas de quien lo engulle. El amor posesivo es odio interrumpido; mezquino, compulsivo.

En sociedad cultivamos la bondad, pero practicamos y recogemos odio, tanto que nos odiamos a nosotros mismos. Tanta hipocresía reciclada hay en nuestras almas, tantos miedos y horrores lejanos, ya sin sentido, tanta ceguedad heredada, tanta costumbre instalada. Control, sumisión, desconocido; vulnerabilidad en espera del mejor momento; venganza.

Marchitas se encuentran tus ansias, Noble Animal, tu objetivo miente al mirarte a los ojos, tu necedad acabará asesinando lo último que te queda: tu acción, poder de decisión, que tan manchada está, tan corrompida por la maleza que lacera tus manos al arrancarla. El amor es jerarquía de subsistencia; discrimina en esencia al no sumiso, al no controlado.

Si cultivas amor y deseas cosecharlo también, cava hasta lo profundo para arrancar las raíces del odio y el resentimiento que tan internamente se encuentran en tus campos. El futuro reemplaza analogías y se eleva; el amor se oculta tras la libertad de lo cíclico no perpetuado. El amor es equilibrio encapsulado, mecánico, aprehendido.

Vivimos con maleza sin desechar en nuestras almas y éstas invaden prados vecinos y ajenos, contagiándolos, convirtiéndonos adictos al lento morir, mientras, bajos de defensas, nos infectamos y regamos el rencor por toda la inmensidad. Inmanifiesto, desconocido. Silencio, cero, uno; asesino.

No confundas defensas con ataques – muchas veces necesarios -, ni con autosuficiencia y, como ya he dicho en otra oportunidad: ten más cuidado con los que odian que con los que aman. El que ama con poco se conforma, al que odia nada le alcanza, siempre quiere más, porque devora manantiales enteros y eternos de sangre sin saciarse. Adicción, posesión.

El amor es un espejismo de pertenencia; equilibrio.


© 2007

  • Etiquetas: