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Helena tiene hipo

-Helena & Piciccio-

Había una vez una niña llamada Helena, a quien, entre muchos otros juegos, le gustaba cocinar riquísimas recetas en su cocinita, cuidar a su muñeca Mariana, andar en bici, bailar y hacer música con cualquier cosa que tenga a mano. Lo que no le gustaba para nada es cuando no la dejaban hacer ‘cosas de grandes’, ¡hubieran visto la cara que ponía cada vez que escuchaba esa frase!

Una tarde a Helena le agarro hipo, corrió a contarle a mamá, quien, notandola alterada, le dijo:

-¡No te preocupes, tenés hipo porque estas creciendo!

Helena sonrió feliz: ¡al fin sería grande y podría hacer todo lo que no podía porque era chiquita!

Comenzó a crecer muy rápido, tanto que, al día siguiente, todos sus juguetes le quedaron chicos y tuvo que jugar con ollas y cucharas de la casa y, cuando llegó la noche, no entraba más en su cama ni en la de mamá y papá, ni siquiera sus pijamas podía usar.

Helena era tan alta que todo le parecía muy pequeño, ya no necesitaba ayuda para subir las escaleras: ¡podía agarrar la guitarra y los pinceles de papá desde el piso de abajo!

A la mañana siguiente, con dos sábanas lilas, mamá le hizo un vestido y un moño para ir al jardín. Al llegar no cabía por la puerta y en el recreo, sin querer, aplastó un tobogán, un subibaja y casi pisa a sus amiguitos.

Se hizo de noche y tenia mucho hambre, entonces se le ocurrió una idea: comer trocitos de luna. Sus ojos se iluminaron: ¡nunca había comido algo tan rico! Se dice que antes de esa noche la luna siempre había sido redonda.

Pasaron los días, el hipo seguia y seguia, Helena era tan grande que se puso uno de los anillos de saturno como corona, dos estrellas como aros y al soplar el sol regó el universo de nuevas y brillantes estrellas.

Tenía sueño, se había comido media luna, le dolía su pancita y estaba muy aburrida y sola. Entonces, tomó una estrella, la arrojó con mucha fuerza y le pidió como deseo volver a ser pequeña. Luego se quedo profundamente dormida. Al abrir sus ojos notó asombrada que se encontraba en su cuarto y el hipo se había ido.

Salió de la cama muy despacito, miró al cielo por la ventana y sonrió al ver una estrella fugaz que de prisa pasaba, un planeta con brillante corona y la luna a la mitad, como a medio comer.

COLORÍN, COLORADO...

Por: Helena & Piciccio

¡Leelo en versión libro!