El baño de la casa de mis padres tenía cerámicos con manchas aleatorias en su superficie: puntitos, chorros, dripping. Un rostro, un cerdo, una galaxia, un coche; en ellas, todo era buscado y encontrado: cada vez, una nueva forma brotaba en monocromo.
Recientemente, la espera se aprestó ante mí y deseé retomar aquellos juegos que daban vida a tiempos muertos. Como reflejo de lo ordinario, los cerámicos asemejaban aleatorios, pero el patrón se repetía de cual en cual, de que en qué. Una forma encontrada; dos, ¡tres!
El juego se pierde nostálgico en un patrón premeditado; serial, number.
Tiempo muerto; hay una app para eso.
2019.