Vuelos

Ha llegado alto; como los aviones, los edificios, los globos aerostáticos; los pilotos, las azafatas, los ingenieros; las maletas, las mascotas en sus jaulitas, el arroz con pollo empastado en tacañas bandejas de aluminio; las nubes, el aire caliente, las aves; los dientes de leche, la primavera, la primera, la segunda, la reversa. Todo llega alto; aplausos, cortesía, consideración y foto – sonriente en un aparatoso sillón – con el abuelo.

Mientras Apolo en su carro surca los cielos, carros en tierra lo emulan anudando alas de cartón en sus asientos; alas que se incendian al emprender vuelo.

(No llegan alto; siquiera -quisiera -.)

Tras el acarreo e incendio, caen para recorrer barro y asfalto en búsqueda de anónimos intentos que, irremediablemente, serán cenizas en los esteros.

Lo escandaloso no es el incendio, siquiera el acero, sino el trecho entre lo alto y el sueñoclonazepam pendenciero -, el atrevimiento insostenible en bucle de coleccionar y anudar alas a plena luz de cielo.


2019.

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